Sin perdón

Aquí, donde los charcos se acomodan
en los agujeros del paso del tiempo,
la lluvia ni cesa ni perdona.

Aquí, donde los paraguas gotean
y motean las aceras ya mojadas,
la lluvia ni cesa ni perdona.

Aquí, donde la soledad congoja
los pulmones fríos y húmedos,
la lluvia ni cesa ni perdona.

Aquí, donde no hay un Dios
que se apiade de rostros y pies mojados,
la lluvia ni cesa ni perdona.

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